Sobre echar de menos

A cualquiera que me pregunte si soy feliz, le contestaría que sí. Tengo todo lo que necesito y pedir más sería egoísta y peligroso, porque mi vida, tal como es ahora, es estupenda. Sólo cambiaría una cosa, algo que desgraciadamente no está en mi mano cambiar. Por lo demás, me considero una persona afortunada, tengo gente que me quiere, una familia y unos amigos estupendos, a los que yo también quiero con locura aunque no esté en mi personalidad ir diciéndolo constantemente.
Soy afortunada de poder vivir esta experiencia que es la Erasmus, donde, en el mes y casi medio que llevo, he aprendido muchas cosas.
He aprendido que la convivencia es dura pero manejable si eres capaz de respetar la forma de ser de aquellos con los que convives, y si consigues, de buenas maneras, que ellos respeten la tuya. Todo es un toma y daca, que se dice, y en ese sentido no me está yendo mal.
Me encanta Galway, me gusta por exótico y extraño, por ver cada día cosas nuevas que nunca he visto antes en Cádiz o España. Me encanta mi facultad, es un campus grande, amplio, tan distinto a mi facultad de Cádiz, que me considero una privilegiada, ya que en comparación me siento como si estuviera estudiando en alguna gran universidad como Yale o Harvard.
Me gustan las clases, los profesores son simpáticos, amenos, no me resulta pesado seguir las clases ni ir a ellas.
Me encantan los sitios de marcha. Yo nunca he sido muy juerguista. Sí, me encanta quedarme hasta las 2, 3 ó 4 de la mañana por ahí con mis amigos, aunque sea de una forma muy distinta al tipo de marcha que hay por aquí. Yo prefiero estar sentada en un bar, tomándome algo tranquilamente y charlando y riéndome con mis amigos, pero aquí la cosa es distinta y suelen dedicarse más a bailar y a beber de pie, y ninguna de esas dos cosas me ha gustado a mí nunca.
Aún así, los pubs o bares son estupendos. La mayoría están hechos prácticamente enteros de madera, y engañan a primera vista, porque parecen pequeños y después encuentras siempre una segunda planta, una escalera, otra sala detrás de la sala en la que estás. La música generalmente no es mala, aunque desconocida para nosotras, y aunque el ambiente de los irlandeses borrachines no me gusta, reconozco que en lo que llevo de tiempo aquí he pasado buenos momentos.
Sí, soy afortunada. No puedo pedir nada más a la vida.
Me encanta estar aquí y agradezco mucho a mi madre que me haya dejado vivir esto, y admiro muchas cosas de las que ha hecho para que yo pueda estar hoy aquí, desde Irlanda, escribiendo esto.
No cambiaría esta experiencia por nada del mundo y sé que cuando me vaya estaré deseando volverme y pensaré eso de "¿Por qué no aprovecharía más el tiempo allí?, que es algo que nos preguntamos siempre, porque se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Pero ayer fue uno de esos días en los que necesité estar en casa.

"... y me sentí querida, mimada por la vida, ciega de delirante ilusión..."

Un abrazo!